ANTES DE ADÁN Y EVA
Dios, en su eterna solitud, cuando hubo terminado de crear todo el Universo, pensó que sería bueno moldear unos seres a su imagen y semejanza. Para ello todos los días se entretenía recogiendo barro de los fondos de los ríos y con sus propias manos iba esculpiendo una serie de estatuas de diferentes tamaños y formas. Sin darse cuenta, había acumulado suficiente producción para decidirse ya, qué pareja escogía para terminar su proyecto y colocarlos en el Jardín del Edén o Paraíso. Por supuesto se decidió por los más bellos y perfectos que le habían quedado, así como el resto de toda su obra. Los llamó Adán y Eva y los colocó en el maravilloso jardín para que fueran felices y se multiplicaran por sí mismos. ¿Qué haría entonces con el resto de estatuas? En principio pensó en destruirlas, pero se las estuvo mirando bien y le hizo pena, pues algunas de ellas sin llegar a la perfección de Adán y Eva también tenían su encanto. Se le ocurrió la idea de esconderlas en las prof