G-Astronomía


El comensal no escuchó el mudo grito de socorro que ponía fin a una estirpe llegada de las estrellas. Con un gesto inocente cerraba una historia que se inició hace muchos años, en un planeta ahora ya muerto, donde vivía, orgullosa, una raza artropoide de inteligencia audaz y anaranjado relieve. La inminente muerte de su sol los llevó a una égida galáctica que duró siglos. Dejaban atrás una civilización que atesoraba logros inimaginables. Exhaustos, aterrizaron en nuestro planeta: una tierra
estéril y enfermiza que acabó sumiéndolos en una degenerada involución, sin eco de lo que una vez fueron. Ocultos en unas aguas que corroían su vigor e inteligencia, sucumbieron al ostracismo y la desidia. No repitieron las hazañas de su hogar, limitándose a vivir en una naturaleza hostil y corrosiva. Los genocidas, golosos de su sabor, ignorantes de trayectoria, incapaces de comunicarse con ellos, no tardaron en descubrir su debilidad y reducirlos a comida. Gambas los llamarían, pero a ellos ya no les importaba.
En la marisquería, el comensal se entretuvo descabezando a su víctima, dejando a un lado su coraza de quitina, y llevando a su boca al último miembro de una raza que cruzó las estrellas para morir sin sentido en una tierra triste e inmisericorde.

Relato escrito por Albert Bou

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