Ayuda a tiempo

El teléfono empezó a sonar de madrugada, una aceleración de latidos me invadía por dentro. Exploré con mi mano la zona donde supuestamente había dejado el teléfono móvil antes de irme a dormir, fueron solo tres timbres, lo recuerdo perfectamente, solo tres, pero mi mano y mi pereza no fueron lo suficientemente hábiles para llegar a tiempo cuando dejó de sonar.
Intenté abrir mis ojos con la desgana de un domingo de resaca, busqué torpemente las gafas, observé la hora, las 4:55h. Enfoqué mi vista en el número que aparecía como desconocido, no le di importancia, aunque sentí cierta rabia por ese despertar tan brusco y haberme partido en dos el sueño. Cuando ya empezaba a tranquilizarme oigo el timbre de la puerta, asustada me incorporo de la cama, la persona que estuviese con el dedo pegado al timbre seguía obstinada en que mi cabreo fuese en aumento.
Me dirijo al portero automático y a través de la cámara solo distingo el cuerpo de un hombre escuálido e inquieto pero no consigo ver el rostro, de repente su voz de alarma me describe quien es. Álex, un amigo del barrio y ex compañero de piso de mi hermana Carla. Podía verle la cara manchada de sangre y en sus ojos el reflejo de la urgencia. Le abro la puerta pensando en la mancha que estaría dejando en la alfombra de la comunidad, le hago pasar directamente al baño.
–Esther, tengo que contarte algo, pero por favor no se lo digas a nadie, por favor prométemelo, por favor dime que se quedará entre nosotros, dime que... –¡Shhhh! No hables alto que no son horas, tranquilízate, dime ¿quién te ha hecho esto? –Sandro, pero por favor, tienes que prometerme que... –Tranquilo, cuéntame lo que quieras, te aseguro que de estas cuatro paredes no va a salir tu secreto. –Estoy metido en un lío bastante gordo y quiero ponerle remedio hoy.
Mientras le ofrecía un café culpaba a Sandro, un amigo de la universidad que acabó siendo el propietario de un par de locales de copas de la ciudad, fue él quien le ofreció el trabajo más sucio sin él saberlo. Culpaba a Sandro de caer en la venta de algunas drogas, a probarlas, a necesitarlas y a robar para pagarlas. Esa noche confesó que fue él quien robó en casa de mi hermana el dinero recaudado de una feria gastronómica que organizaron juntos. Que se inventó que le habían robado en el autobús aquel billete de 500€ que su padre le dio para que se comprase un ordenador portátil.
–Esther, te juro que yo no quería, pero yo... –Mira tío, espero que no hayas venido a interrumpir mi sueño para... –No Esther, he venido a ti porque estoy huyendo de una vida que no quiero llevar. Hoy me he encarado a Sandro, he decidido no volver a su local, hoy he decidido no vender más sustancias, ni consumirlas. Hoy vengo a pedirte ayuda.


Relato escrito por Monica Torralba

Comentaris

  1. Ai, Monica, ara vull saber com acaba!! No ens deixis aixi!
    Mª Carme Bufí

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  2. Carmeta, Carmeta, pot ser ho deixo per una segona part. He hagut de retallar perquè ja saps que jo sóc de enrotllar-me. Gràcies guapa!

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  3. Estaría bien seguir el relato...libro para cuando....

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  4. Estaría bien seguir el relato...libro para cuando....

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  5. Gracias María Navas, sí que puede haber una punto y seguido pero lo atractivo de los relatos cortos es que tienen ese "algo" de dejar una puerta abierta al lector.

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